El elevado precio de los libros de texto está poniendo en riesgo el acceso universal y gratuito a la educación.
La vuelta al cole, según la OCU, supone a las familias un gasto medio de 215 euros por alumno de primaria en libros de textos y otros 124 en material escolar. A esa cantidad habrá que sumar transporte, comedor, matrícula, uniformes, ropa deportiva…
Útiles escolares que, por otro lado, y en sólo 9 meses, se convierten en inútiles residuos.
Sólo en estos años de crisis, empiezan a oírse iniciativas como la que promueve el Conceyu de la Mocedá de Gijón. Su Programa de Intercambio de Libros de Texto cumple 14 años y ha inspirado un gran número de campañas similares entre las AMPAs y bibliotecas de muchos centros educativos asturianos.
La compra venta de libros de texto usados , o el alquiler de libros, usados o nuevos a través de internet, surgen como nuevas propuestas para racionalizar el consumo y llenar la mochila sin vaciar la cartera.
Estas opciones son más económicas (y ecológicas) que el usar y tirar, pero no acaban de solucionar el problema.
Tratemos de cambiar el enfoque:
¿Son realmente necesarios los libros en el aula con el acceso a la información y las nuevas tecnologías que disfrutamos actualmente?
¿No deberían los equipos docentes elaborar sus propios materiales curriculares?
Si educamos en el buen uso, tanto de los recursos y como del tiempo, en vez de hacerlo a golpe de recortes, seguro que éstas y otras buenas prácticas continúan en marcha en época de bonanza.